lunes, 2 de enero de 2012

Sobre el Blog



Introducción


A principios de los años 20 las experiencias artísticas empezaron a ser aplicadas y traducidas al mundo de la arquitectura, naciendo así un audaz sistema constructivo basado en formas elementales, asimétricas y abiertas, negando cualquier monumentalismo e historicismo pasados. Esta oleada se difundió por toda Europa a lo largo de los años 30 desarrollando visiones y conceptos desconocidos entorno a la naturaleza misma de la arquitectura y sus componentes.
Durante el periodo de entreguerras se inició un proceso de regeneración de los ideales artísticos tradicionales que se da a conocer como movimiento moderno y concretamente el nacimiento de un nuevo estilo arquitectónico: el estilo internacional.
Aprovechando las innovaciones técnicas del siglo XIX: acero, vidrio y posteriormente hormigón armado, la arquitectura se decantó por estructuras donde la base portante fuese independiente de las paredes de cerramiento, creando así una fluidez espacial y continua que difumina ese espacio, hasta entonces claramente marcado, entre interior y exterior. Del mismo modo mantuvo un uso honesto y natural de los materiales huyendo de revestimientos que ocultaban su apariencia y esencialidad.
Ahora la frontera entre el interior y el exterior queda anulada con un contacto absoluto de ambos espacios donde las paredes divisorias ya no responden a funciones estáticas ni estructurales, sino que pasan a ser elementos con total versatilidad y maleabilidad. Esta permisibilidad conecta ambientes con una elasticidad espacial de múltiples combinaciones de división del espacio, rompiendo con la rigidez y compartimentación que caracteriza la arquitectura anterior; ahora el espacio se rige por la continuidad fluida de un recorrido sin delimitaciones bruscas.
Desde un punto de vista ideológico-funcional observamos también un giro que buscó la renovación social a través de la arquitectura de manera que esta ofreciera unas mejores condiciones de vida, no solo en el ámbito físico sino también un entorno que propiciara el desarrollo mental humano. Una arquitectura al servicio del hombre, concebida desde y para el individuo.
Es importante también como se exponen nuevos caracteres de comprensión del espacio y su ordenación. El problema esencial de la arquitectura en este momento es la casa familiar obrera que gracias a inéditos procedimientos constructivos brinda la posibilidad de crear delgados esqueletos estructurales basados en la “planta libre”, premisa fundamental de la concepción moderna del espacio.
Por otro lado, el problema de la vivienda obrera tiene su repercusión en el urbanismo que condujo a la arquitectura a un debate entre criterios cuantitativos y cualitativos. Los funcionalistas optaron por la casa mínima y la estandarización de la construcción resolviendo dificultades de cantidad; no obstante la arquitectura orgánica se decidió por estructuras en las que la dignidad humana y el mensaje espiritual fueran el eje de su concepción. Ambas alternativas no son, exclusivamente, diferentes expresiones de gusto sino que la concepción de nuevos espacios, así como la representación del tipo de vida que en ellos se lleva. La arquitectura se concibe ya no solo como visión artística, sino que tiene un planteamiento social en el centro del cual se encuentra el ser humano en su dualidad cuerpo-alma como musa de la creación.
Para observar desde una perspectiva local, contemporánea a esta etapa concierne y es imprescindible conocer los diferentes puntos de vista de los autores del movimiento, los personajes sus obras, sus vidas, el aporte que cada uno realizo, para esto he recopilado una información digital “pdf” de sus obras más significativas; pero antes me gustaría iniciar este blog con un breve fragmento del libro de Wassily Kandiski “De lo espiritual en el Arte”.


 "Cualquier creación artística es hija de su tiempo y, la mayoría de las veces, madre de nuestros propios sentimientos. Igualmente, cada periodo cultural produce un arte que le es propio y que no puede repetirse. Pretender revivir principios artísticos del pasado puede dar como resultado, en el mejor de los casos, obras de arte que sean como un niño muerto antes de nacer. Por  ejemplo, es totalmente imposible sentir y vivir interiormente como lo hacían los antiguos griegos. Los intentos por reactualizar los principios griegos de la escultura, únicamente darán como fruto formas semejantes a las griegas, pero la obra estará muerta eternamente. Una reproducción tal es igual a las imitaciones de un mono. A primera vista, los movimientos del mono son iguales a los del hombre. El mono puede sentarse sosteniendo un libro frente a sus ojos, dar vuelta a las páginas, ponerse serio, pero el sentido de estos movimientos le es ajeno totalmente. Hay, a pesar de esto, otra igualdad exterior de las formas artísticas que se asienta en una gran necesidad. La igualdad de la aspiración espiritual en todo el medio moral espiritual, la aspiración hacia metas que, perseguidas primero, fueron luego olvidadas; es decir, la igualdad del sentir interno de todo un periodo puede llevar lógicamente al empleo de formas que en un periodo anterior sirvieron positiva mente a las mismas aspiraciones. Así nació parte de nuestra simpatía, nuestra comprensión y nuestro parentesco espiritual con los primitivos. Como nosotros, esos artistas puros buscaron reflejar en sus obras únicamente lo esencial: la renuncia a lo contingente apareció por sí sola. A pesar de su valor, este punto importante de unión espiritual no es más que un aspecto. Nuestro espíritu, que después de una larga etapa materialista se halla aún en los inicios de su despertar, posee gérmenes de desesperación, carente de fe. Falto de meta y de sentido. Pero aún no ha terminado completamente la pesadilla de las tendencias materialistas que hicieron de la vida en el mundo un penoso y absurdo juego. El espíritu que empieza a despertar se encuentra todavía bajo el influjo de esta pesadilla. Sólo una débil luz aparece como un diminuto punto en un gran círculo negro. Es únicamente un presentimiento que el espíritu no se arriesga a mirar, pues se pregunta si la luz es sólo un sueño y el círculo negro la realidad." 





¿Que es Moderno? 



"Puede iniciarse con una respuesta de Perogrullo: moderno es lo que no es antiguo. ¿Y, qué es antiguo? o, mejor, ¿cuándo algo se reconoce como antiguo? Lo antiguo sólo es reconocido como tal por lo intervención de lo moderno. Sin lo moderno, lo antiguo no existiría, seguiría siendo presente y actual. Lo moderno, por tanto, es lo que hace envejecer al presente, lo que llego para desplazar al presente hacia atrás, hacia lo pasado. Lo moderno es una máquina de anacronizar el presente. Si lo moderno es aquello que vuelve anacrónico el presente, lo que aporta al presente y lo remite hacia atrás; si lo obra moderno sólo se descubre cuando ha llegado, y entonces de ello sólo sobemos que no sobemos lo que es: no la sabemos nombrar, describir, reconocer, puesto que todo nuestro utillaje mental, toda nuestra imaginación, todo nuestro sensibilidad son producto de la experiencia, de lo aprendido y vivido, y están construidos por el roce y troto con el pasado, cómo entonces proyector la imagen de lo moderno? Si la tarea de lo moderno es, cuando sobreviene, arrinconar hacia el pasado todas nuestras capacidades, para incitarnos a construir desde lo  moderno un nuevo utillaje mental, perceptivo, imaginativo, cómo, antes de su llegada, conocerlo?
Nadie puede imaginar lo moderno. Con qué lo pensaría sino es con conceptos del pasado? Con qué lo nombraría sino con lenguajes del pasado? Con qué lo imaginaría, sino con imágenes ya vividos? Hay, incluso, una contradicción entre los términos "moderno" y "proyecto,  Proyectar: lanzar hacia delante, proponer (...) porque para lanzar algo hacia delante, lanzador y proyectil deben estar atrás. Todo proyecto viene de atrás, sale del fondo, es un emisario del pasado. No hay –no puede haber- proyecto moderno."


Quetglas, Josep. lmágenes del Pabellón de Alemania: der Gláserne Schreken, section b,, Montreal 1991.


Cuando los objetos de estudio son la arquitectura y la ciudad moderna, considerar el arte, la literatura y el cine, es necesario. Aún más, compartimentar o escindir estas manifestaciones del espíritu humano, tratar de aislarlas unas de otras para conservar su supuesta autonomía, significa enfrentarnos a una comprensión limitada de la experiencia de la modernidad, por su naturaleza tan rica y compleja. En este curso, se hará referencia permanente a la ciudad, a la arquitectura, a la producción literaria, fotográfica y cinematográfica de la época y en general se hará uso de los recursos dispuestos por la historia para poder explicar y entender lo que involucra a la arquitectura moderna.
El lugar de la modernidad es la ciudad de finales del siglo XIX, que se ve impelida por un proceso de metropolización sin precedentes en la historia. El mundo se transforma definitivamente en  urbano y es en las ciudades en febril crecimiento y en permanente y acelerado cambio en donde se experimenta la intensidad y contradicción entre lo que existía y lo nuevo que aparece: entre Io antiguo y lo moderno. En urbes como París, Londres, Viena, Berlín, Moscú o San Petersburgo -en el continente europeo-, o en el caso de Norte América en Chicago o Nueva York, es donde se  presentan las condiciones propicias para animar el cambio y en donde la convivencia entre lo  antiguo y lo nuevo expresan la complejidad propia de este momento. Marshall Berman lo explica así:
"Hay una forma de experiencia vital -la experiencia del tiempo y del espacio de uno mismo y de los demás, de las posibilidades y los peligros de la vida- que comparte hoy los hombres y mujeres de todo el mundo. Llamaré a ese conjunto de experiencias la 'modernidad". Ser modernos es  encontrarnos en un entorno que nos promete aventuras, poder, alegría, crecimiento, mismo tiempo, amenaza con destruir todo lo que tenemos, todo lo que sabemos, todo lo que somos. Los entornos y las experiencias modernas atraviesan todos los fronteras de lo geografía y la etnia, de lo clase y lo nacionalidad, de lo religión y la ideología: se puede decir que en este sentido, la modernidad une a toda lo humanidad. Pero es una unidad paradójico: lo unidad de la desunión: nos arroja o todos en una vorágine de perpetua desintegración y renovación de lucha y contradicción. Ser modernos es formar porte de un universo en el que, como dijo Marx, "todo lo sólido se desvanece en el aire"

...'Todos las relaciones estancadas y enmohecidas, con su cortejo de creencias y de ideas venerados durante siglos, quedan rotas; los nuevas, se hacen añejos antes de haber podido osificarse. Todo lo sólido se desvanece en el aire; todo lo sagrado es profano, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocos."


 Berman, Marshall. Todo lo sólido se desvanece en el aire. Colombia: Siglo XXI editores, 1991.
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